Ganador del Oso de Oro de Berlin, Wang Quan'an nos mece en el cine antropológico en el que seas de la raza que seas, te tienes que sentir identificado. Una historia de amor de una mujer, aislada en la remota Mongolia, que para subsistir con su ganado, sus hijos y su marido impedido, quiere una nueva pareja sin tener que abandonar a la anterior, a la que ama. Impresionante.
Yu Nan, la actriz coordina las interpretaciones con sensibilidad profundamente conmovedora, sin abandonar una vis cómica, sin la cual se harían insostenibles algunas secuencias de crueldad, pragmatismo y drama sin piedad.
Quan'an nos ofrece una lección de cine desde la sencillez. Película de aquellas que deberían acompañar la asignatura del civismo y de visión obligada diaria como la misa en sus tiempos, para aquellos que creen viable confeccionar un equipo de niños del Chad con camiseta de equipos europeos. Una lección de subsistencia, no de supervivencia, que deberían tragarse algunos con sus ruedas de molino antes de subir a las tribunas a parlanchinear o a canonizar. Dura como aquella escueta anotación del condenado a muerte en el envoltorio del chocolate que mandaba a su familia: "Que podáis tomar esta y muchas mas...". Impresionante otra vez, amigos, en la noche de las brujas y los difuntos.
miércoles, 31 de octubre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario