martes, 5 de agosto de 2008
Trabajo ocasional de una esclava
Era interesante el cine alemán del 73. Un cine que marco el marchamo estético del actual, pero como las amargas lágrimas de Petra Von Kant era un cine cargado de razones y de emociones. 35 años después nos llega este obsequio veraniego de la distribución, igual es un error del ministerio de economía, porque es cine verite, crudo como el cocido sevillano y con tan pocas concesiones a los tópicos que incluso la interpreta la hermana del director, Alexander Kluge, Alexandra. Una mujer que para poder tener hijos, ejerce de abortista para mantener además la economía familiar y la unión matrimonial. Unión con un especial personaje dedicado a lograr su doctorado en quimicas. Hacia lustros que no topábamos con un filme de denuncia de este calado, imprescindible, rodada como un documental de prestigio y muy lejos de panfletos al uso que en nuestra dilatada vida cinéfila han sido. El film empieza como no, con una frase demoledora de Engels acerca de que la mente mueve la humanidad según las circunstancias y que es toda una declaración de intenciones marxistas del director que en el 62 firmaba El manifiesto de Oberhausen, donde el novelista y escritor afirmaba que nacía un nuevo cine poniendo un puente de plata a la mediocridad en que había caído el expresionismo alemán. En el año emblemático del 68 gano el León de Venecia con su Artistas bajo la lona del circo; perplejos. Igual que nosotros ante este maestro que pide un ciclo en alguna parte, aunque sea ocasional
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