- Mike Nichols
- Guión
- Calder Willingham, Buck Henry (Novela: Charles Webb)
- Música
- Dave Grusin, Simon, Garfunkel
- Fotografía
- Robert Surtees
- Reparto
- Dustin Hoffman, Anne Bancroft, Katharine Ross, William Daniels, Murray Hamilton,Elizabeth Wilson, Buck Henry, Brian Avery, Walter Brooke, Norman Fell, Alice Ghostley, Marion Lorne, Eddra Gale, Richard Dreyfuss, Mike Farrell, Elaine May
- Sinopsis
- Benjamin Braddock (Dustin Hoffman) vuelve a casa después de terminar sus estudios universitarios. Es un joven que alberga un gran rencor contra la hipocresía y la corrupción de la sociedad que lo rodea. La señora Robinson (Anne Bancroft), una amiga de la familia, se encapricha de él y lo hace su amante. Pero cuando Benjamin conoce a Elaine (Katharine Ross), la hija de la señora Robinson, todo se complica...
- Premios
- Comentarios
Película rompedora de los tiempos en que la revolución sexual , corria el año 67 ,exponía sus argumentos a la sociedad estadounidense. Fue la película más taquillera en USA en el año 68 convirtiéndose rápidamente en un icono para los jóvenes yankies. El graduado mostraba a la familia media-alta americana de puertas para dentro: divorcio, adulterio, alcoholismo... situaciones políticamente incorrectas durante la América de Jonhson. Por ello, aunque ahora parezca un poco desfasada, impactó en los cerebros de la América profunda.
Nichols se llevó un esperado Oscar. Meritoria utilización de las sobreimpresiones y del zoom como elemento desestabilizador, aunque las modas hayan aniquilado esa inusual manera de realizar cine. La escena de Hoffman pegado a los barrotes del zoo mirando a los monos y un segundo después el contraplano con el gorila de fondo, es desternillante. También los encuadres juegan un papel psicológico importante en la historia. El final es original, desmesurado y absurdo, y gusta.
El reparto excelente al igual que la banda sonora, reclamo publicitario de Nichols para inflar las taquillas. Una gran obra. 9.2. “El graduado” nos puede parecer ahora una película comercial y facilona pero en su momento tenía mucho de película de cine de autor y era muy arriesgada y vanguardista, no sólo por su temática para la época sino una forma de rodar que hasta entonces era casi desconocido. Es por ello que los buenos amantes del cine consideremos a esta película un ejemplo de cómo se puede buscar al mismo tiempo ser moderno y sin embargo contar una historia, algo de lo que cada vez abunda menos. Mike Nichols, segunda obra, todavía se sentía un director de teatro y su participación como director de cine no contaba más que con otra adaptación de teatro como “¿Quién teme a Virginia Woolf?” que había resultado todo un pelotazo aunque más de crítica y de premios que de público en realidad. Por lo tanto cuando coge la cámara todavía experimenta, le gusta probar cosas, y lo hace maravillosamente, eso sí ayudado en todo momento por el enorme director de fotografía Robert Surtees (“Quo Vadis”, “Mogambo”, “Ben Hur”...) así cualquiera pensarán ustedes. Pero quitando a este último, el resto de la película son casi debutantes y primerizos, empezando por los dos protagonistas, Dustin Hoffman, era su debut y Katharine Ross , sexta película ((La muerte llama ala puerta). Ambos están perfectos y sobre Dustin ya avisa de lo que vendría a continuación. Y dominando su actuacion, Anne Bancroft, que estaba por entonces en su mejor momento (venía de rodar “Siete mujeres” con el maestro John Ford) y que era también una gran actriz de teatro, está simplemente maravillosa. La historia se basa en la novela de Charles Webb que era semidesconocida, en realidad una “novelita” que no es que esté muy bien escrita realmente pero el productor de la película –que también fue para él su primera vez- Lawrence Turman se gastó el poco dinero que tenía, mil dólares, y compró los derechos; con otro tanto que puso Mike Nichols rodaron la película. Luego es verdad que la MGM compró los derechos de exhibición y empezó hacérsela suya pero no en un principio, que repito era una cinta de bajo coste y bastante personal y rompedora. El guión lo escribió el primerizo Calder Willingham, que luego también escribió otro guión protagonizado por Dustin Hoffamn como “Pequeño gran hombre”, no cabe duda que la sencillez, humor y cercanía de los diálogos hace que la cosa funcione a la perfección. Porque creo que es eso lo que nos llama poderosamente la atención a todos de “El graduado” y es que creo que una parte importante de los hombres nos podemos sentir muy identificados con el personaje, con la historia (¿quién no ha vivido algo parecido?), con sus paranoias, al fin y al cabo estar enamorados es estar un poco loco y que todo se pare a su alrededor. Suele haber alguna etapa en la vida (aunque con frecuencia puede tratarse de un estado más o menos permanente) en la que parecemos ir a la deriva, sin propósito, sin saber qué hacer. Uno de esos puntos muertos se presentan, por ejemplo, cuando terminamos los estudios. Ya hemos obtenido un título. ¿Y ahora qué?. Nos hemos pasado años disfrutando de la condición de estudiante, sin pensar gran cosa en el mañana, relegando el desagradable cometido de sentirse un desempleado más que da vueltas mendigando un empleo, o de acomplejarse porque la perspectiva de volar del hogar paterno y materno es aún insultantemente lejana. O de notar insidiosamente la presión del ambiente. De tu exitoso padre, empresario de altos vuelos (o que ejerce cualquier profesión de esas rimbombantes), de los amigos de la familia, todos ellos gente muy pudiente y muy sofisticada que vive en chalets y que organiza fiestas y barbacoas en sus suntuosos salones y piscinas...¿Y qué tienes tú? Si ni siquiera tienes claro a qué te vas a dedicar. Vas a cumplir veintiún años y crees que no eres nadie. Pero eres joven, y cada recodo ofrece posibilidades atrayentes, tentaciones en las que caer por más que te hayan inculcado que hay que huir de ciertas tentaciones, y el hecho de que estés desorientado no quita que tengas unas ganas tremendas de pegarte la gran vida, de divertirte y de saborear la jugosa fruta.
Nichols se llevó un esperado Oscar. Meritoria utilización de las sobreimpresiones y del zoom como elemento desestabilizador, aunque las modas hayan aniquilado esa inusual manera de realizar cine. La escena de Hoffman pegado a los barrotes del zoo mirando a los monos y un segundo después el contraplano con el gorila de fondo, es desternillante. También los encuadres juegan un papel psicológico importante en la historia. El final es original, desmesurado y absurdo, y gusta.
El reparto excelente al igual que la banda sonora, reclamo publicitario de Nichols para inflar las taquillas. Una gran obra. 9.2. “El graduado” nos puede parecer ahora una película comercial y facilona pero en su momento tenía mucho de película de cine de autor y era muy arriesgada y vanguardista, no sólo por su temática para la época sino una forma de rodar que hasta entonces era casi desconocido. Es por ello que los buenos amantes del cine consideremos a esta película un ejemplo de cómo se puede buscar al mismo tiempo ser moderno y sin embargo contar una historia, algo de lo que cada vez abunda menos. Mike Nichols, segunda obra, todavía se sentía un director de teatro y su participación como director de cine no contaba más que con otra adaptación de teatro como “¿Quién teme a Virginia Woolf?” que había resultado todo un pelotazo aunque más de crítica y de premios que de público en realidad. Por lo tanto cuando coge la cámara todavía experimenta, le gusta probar cosas, y lo hace maravillosamente, eso sí ayudado en todo momento por el enorme director de fotografía Robert Surtees (“Quo Vadis”, “Mogambo”, “Ben Hur”...) así cualquiera pensarán ustedes. Pero quitando a este último, el resto de la película son casi debutantes y primerizos, empezando por los dos protagonistas, Dustin Hoffman, era su debut y Katharine Ross , sexta película ((La muerte llama ala puerta). Ambos están perfectos y sobre Dustin ya avisa de lo que vendría a continuación. Y dominando su actuacion, Anne Bancroft, que estaba por entonces en su mejor momento (venía de rodar “Siete mujeres” con el maestro John Ford) y que era también una gran actriz de teatro, está simplemente maravillosa. La historia se basa en la novela de Charles Webb que era semidesconocida, en realidad una “novelita” que no es que esté muy bien escrita realmente pero el productor de la película –que también fue para él su primera vez- Lawrence Turman se gastó el poco dinero que tenía, mil dólares, y compró los derechos; con otro tanto que puso Mike Nichols rodaron la película. Luego es verdad que la MGM compró los derechos de exhibición y empezó hacérsela suya pero no en un principio, que repito era una cinta de bajo coste y bastante personal y rompedora. El guión lo escribió el primerizo Calder Willingham, que luego también escribió otro guión protagonizado por Dustin Hoffamn como “Pequeño gran hombre”, no cabe duda que la sencillez, humor y cercanía de los diálogos hace que la cosa funcione a la perfección. Porque creo que es eso lo que nos llama poderosamente la atención a todos de “El graduado” y es que creo que una parte importante de los hombres nos podemos sentir muy identificados con el personaje, con la historia (¿quién no ha vivido algo parecido?), con sus paranoias, al fin y al cabo estar enamorados es estar un poco loco y que todo se pare a su alrededor. Suele haber alguna etapa en la vida (aunque con frecuencia puede tratarse de un estado más o menos permanente) en la que parecemos ir a la deriva, sin propósito, sin saber qué hacer. Uno de esos puntos muertos se presentan, por ejemplo, cuando terminamos los estudios. Ya hemos obtenido un título. ¿Y ahora qué?. Nos hemos pasado años disfrutando de la condición de estudiante, sin pensar gran cosa en el mañana, relegando el desagradable cometido de sentirse un desempleado más que da vueltas mendigando un empleo, o de acomplejarse porque la perspectiva de volar del hogar paterno y materno es aún insultantemente lejana. O de notar insidiosamente la presión del ambiente. De tu exitoso padre, empresario de altos vuelos (o que ejerce cualquier profesión de esas rimbombantes), de los amigos de la familia, todos ellos gente muy pudiente y muy sofisticada que vive en chalets y que organiza fiestas y barbacoas en sus suntuosos salones y piscinas...¿Y qué tienes tú? Si ni siquiera tienes claro a qué te vas a dedicar. Vas a cumplir veintiún años y crees que no eres nadie. Pero eres joven, y cada recodo ofrece posibilidades atrayentes, tentaciones en las que caer por más que te hayan inculcado que hay que huir de ciertas tentaciones, y el hecho de que estés desorientado no quita que tengas unas ganas tremendas de pegarte la gran vida, de divertirte y de saborear la jugosa fruta.
Tienes veintiún años, un porvenir aún desconocido, y mientras tanto se te colocan en bandeja unos placeres irresistibles que no te conducirán a nada más que al placer en sí y seguramente a complicaciones nada halagüeñas, pero... El cuerpo está para aprovecharlo.
Así es como te ves con tu carrera universitaria recién concluida, en la flor de tu juventud, un poco perdido, y una mujer vertiginosamente atractiva en su mórbida madurez te regala tardes y noches de sexo fácil y sin ataduras, tal vez porque ella siente que se le escapa la juventud y quiere tantearla por última vez, tal vez porque para ella representa la libertad y la felicidad inconsciente que no tuvo mucha ocasión de experimentar cuando era el momento.
Ella es lo más excitante de esa marcha insegura y a la deriva en la que te mueves. Hasta que por fin te das cuenta de que hay algo (o, mejor dicho, alguien) que se perfila como una meta a alcanzar. Como lo único que se ve claro, allá en el fondo.
Pero existe un pequeño problema. Es la hija de tu amante. El tiempo es el juez de cualquier cosa a la que queramos llamar arte. Ha pasado mucho tiempo desde el año 67.. Pero hay cosas que no cambian y el Graduado es el Graduado. Cualquier chaval de 20 años debería ver esta película, y disfrutar con ella, y sería incomprensible que no encontrara algo en ella, porque cuenta su propia historia, la pecera en la que habita, el fondo de la piscina en el que vive, las puertas acristaladas con las que topa y que le impiden el paso y atenúan sus gritos, ... el mar de dudas. Los que ya no tenemos 20 años, la vemos con una nostalgia casi dolorosa. Y decir eso de una película da una idea de la potencia que tiene. La música es inolvidable. Las interpretaciones son apabullantes. Los alegatos radicales. Los diálogos brillantes, precisos e hilarantes. Las imagenes simples, honestas y elocuentes. Como la primera, durante los créditos de inicio: un chaval regresa de la universidad. La cinta transportadora de un aeropuerto arrastra su cuerpo pasivo. Se oye "Sound of silence" mientras los altavoces anuncian los próximos vuelos. El único error es poder leer las letras de Simon y Garf Funkel. No dicen ni una palabra de lo que pasa en el film.Un largo plano que concentra toda la película. Excepto el final. Inteligente como pocas, logra que nos metamos en la piel del desorientado hijo de una familia bien, que se siente agobiado por las expectativas que sus padres y demás personas de su entorno proyectan sobre él. Tampoco me cuesta nada creer la actitud de la señora Robinson, la típica mujer amargada, con su matrimonio.convencional. Es magnifico cómo lo lleva el director hasta el preciso instante en que la hija descubre todo el pastel. En esta parte están esas escenas surrealistas durante las fiestas por el premio que consiguió el chaval (inolvidable lo de la inmersión en la piscina, con esos encuentros nocturnos en el hotel y con esa cita con la hija de los vecinos. Menos afortunado resulta cuando intentan apartar a la chica y él la sigue hasta la universidad. Aun así, los momentos que podrían aburrir se salvan por algún dialogo y por la estupenda música. Y ya llegando a la extrañísima boda, Hoffman está fantástico. ¡Pues claro que gesticula poco!, un niño educado en los mejores colegios tiene que guardar la compostura. Y, a pesar de eso, logra transmitir todas sus inseguridades al espectador al principio y toda su desesperación al final. Anne Bancroft en su papel de madura seductora, no parece difícil, sobre todo con un físico tan adecuado
Así es como te ves con tu carrera universitaria recién concluida, en la flor de tu juventud, un poco perdido, y una mujer vertiginosamente atractiva en su mórbida madurez te regala tardes y noches de sexo fácil y sin ataduras, tal vez porque ella siente que se le escapa la juventud y quiere tantearla por última vez, tal vez porque para ella representa la libertad y la felicidad inconsciente que no tuvo mucha ocasión de experimentar cuando era el momento.
Ella es lo más excitante de esa marcha insegura y a la deriva en la que te mueves. Hasta que por fin te das cuenta de que hay algo (o, mejor dicho, alguien) que se perfila como una meta a alcanzar. Como lo único que se ve claro, allá en el fondo.
Pero existe un pequeño problema. Es la hija de tu amante. El tiempo es el juez de cualquier cosa a la que queramos llamar arte. Ha pasado mucho tiempo desde el año 67.. Pero hay cosas que no cambian y el Graduado es el Graduado. Cualquier chaval de 20 años debería ver esta película, y disfrutar con ella, y sería incomprensible que no encontrara algo en ella, porque cuenta su propia historia, la pecera en la que habita, el fondo de la piscina en el que vive, las puertas acristaladas con las que topa y que le impiden el paso y atenúan sus gritos, ... el mar de dudas. Los que ya no tenemos 20 años, la vemos con una nostalgia casi dolorosa. Y decir eso de una película da una idea de la potencia que tiene. La música es inolvidable. Las interpretaciones son apabullantes. Los alegatos radicales. Los diálogos brillantes, precisos e hilarantes. Las imagenes simples, honestas y elocuentes. Como la primera, durante los créditos de inicio: un chaval regresa de la universidad. La cinta transportadora de un aeropuerto arrastra su cuerpo pasivo. Se oye "Sound of silence" mientras los altavoces anuncian los próximos vuelos. El único error es poder leer las letras de Simon y Garf Funkel. No dicen ni una palabra de lo que pasa en el film.Un largo plano que concentra toda la película. Excepto el final. Inteligente como pocas, logra que nos metamos en la piel del desorientado hijo de una familia bien, que se siente agobiado por las expectativas que sus padres y demás personas de su entorno proyectan sobre él. Tampoco me cuesta nada creer la actitud de la señora Robinson, la típica mujer amargada, con su matrimonio.convencional. Es magnifico cómo lo lleva el director hasta el preciso instante en que la hija descubre todo el pastel. En esta parte están esas escenas surrealistas durante las fiestas por el premio que consiguió el chaval (inolvidable lo de la inmersión en la piscina, con esos encuentros nocturnos en el hotel y con esa cita con la hija de los vecinos. Menos afortunado resulta cuando intentan apartar a la chica y él la sigue hasta la universidad. Aun así, los momentos que podrían aburrir se salvan por algún dialogo y por la estupenda música. Y ya llegando a la extrañísima boda, Hoffman está fantástico. ¡Pues claro que gesticula poco!, un niño educado en los mejores colegios tiene que guardar la compostura. Y, a pesar de eso, logra transmitir todas sus inseguridades al espectador al principio y toda su desesperación al final. Anne Bancroft en su papel de madura seductora, no parece difícil, sobre todo con un físico tan adecuado
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