No supera este playboy de Davud Mckenzie,-ni Will ni John-, el eterno gigolo de Schrader, ni Ashton Kutcher sera nunca Gere. Algo falla en un film en el que cuando las escenas eroticas parecen subir de voltaje y baja el voltaje del espectador. Como meditacion de como llegar a algo o a alguien en Los angeles, puede servir como manual. Ya se sabe que los sueños fabricados son para romperlos y nuestra fantasia rara vez va mas alla de un anuncio de Dolce Gabana. Lujo, hedonismo y sexo extasiador con buena luz y gomas muy elasticas.
Tampoco Anne Heche, Margarita Levieva y Sebastian Stan, ayudan a hacernos creer que en este mundillo donde todo se ve desde un atico o desde la piscina, todo esta en venta, sin timidez ni pudor alguna, desde el cuerpo hasta las ideas si las hubiere.
Durante un buen metraje hasta parece que el playboy pecador de la pradera hollywoodiense no pagara por sus faltas, saltandose todos los codigos sancionadores del universo. Pero la ley de la academia acabara dejando claro que en su territorio comanche, nadie llega si no se lo ha merecido mucho antes. Que el que vale, vale. Y la moralina nos contara que si te introduces en la cultura de lo superficial te vuelves idiota. O sea, hay que serlo de entrada para estar dentro de la atractiva y profesional sociedad.
Homenajes a todos los americans graduados por falta de ideas del guion y la demostracion mas palpable de que la capacidad interpretativa de un cerebro bien amueblado se ha trasladado unos centimentros mas abajo, a la llamda pastila de chocolate de los abdominales. Suficiente para una comedia pretendiamente sexual, satira fallida y fabula moral de baja estopa.
sábado, 29 de agosto de 2009
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