Joan Soler dirige este documental que podria subtitularse muy bien la mirada india. Comenta el mismo que uno de los privilegios de que puede disfrutar el documentalista es el de verse asaltado por alguna de las historias que pululan a su alrededor y que de pronto, como un relámpago, se le aparecen con toda la fuerza de su interés humano.
Algo así me pasó con la historia de Alba y Nuria. Lo que llamó mi atención fue el ver como estas jóvenes invidentes intentan, no sólo superar los obstáculos que su discapacidad representa para su actividad cotidiana, sino también desarrollar una vida rica y llena de objetivos y metas que alcanzar.
El espíritu de Alba y Nuria las empuja a convertir sus limitaciones en nuevas oportunidades vitales, a construir un nuevo mundo en el cual sus profundos sentimientos y su alegría de vivir les pemiten acceder a esas realidades esenciales que, como dijo el gran escritor Antoine de Saint-Exupéry, se ocultan a la vista, pues sólo el corazón puede captarlas.
El camino de los sueños habla de superar límites ilusorios y romper falsas barreras, de generosidad, de amor, de esperanza, de sueños realizados a base de fortaleza y tenacidad. Alba y Nuria viven, aman, aprenden y reciben el regalo de alcanzar la propia felicidad de la única forma posible: procurando la felicidad de los demás.
Espero que este relato produzca en los posibles espectadores el mismo efecto que produjo en mí: el renovado deseo de aprovechar las oportunidades que la vida nos ofrece y de afrontar los obstáculos que nos presenta con el espíritu de superación de Alba y Nuria.
Joan Soler les habla como a dos hijas, de una manera emocionada y parsimoniosa, y les dice que las dos merecen un homenaje, que les erijan un monumento, aunque el ya fallecido Vicente Ferrer confiesa luego que no les gustan demasiado las estatuas. Alba y Nuria, dos invidentes, acaban de llegar a la India, a la Fundación que Ferrer presidía, para colaborar en la educación de niños ciegos. Y los enseñan en inglés a utilizar el ordenador mientras recorren calles nuevas y extrañas, vistosas, de colores, donde las mujeres lavan a sus hijos en medio de la calle, con ellos, tan pequeñitos, boca abajo sobre las desnudas piernas para que no les entre jabón en los ojos.
Las protagonistas del documental no pueden ver, pero, milagrosamente, ven. Que están justo donde quieren. Ferrer les dice: a los indios les asombra que haya quien cruce el mundo para ayudarles. Y ellas responden que contaban los días al revés que faltaban para viajar. Arropado por una música suave y hermosa, el documental de Joan Soler habla de la superación, del coraje, y, también, que a veces nos equivocamos. La felicidad está muchas veces en una sala de cine donde un filme de Bollywood provoca las risas de dos niñas.
viernes, 11 de diciembre de 2009
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