Amanda es una actriz que va a recibir un homenaje por su trayectoria. Una limusina se encargará de recogerla y llevarla al evento pero las ventanillas del vehículo tornarán a negro y se cierran. Su móvil quedará deshabitado y una voz distorsionada se pondrá en contacto con ella para hacerle cumplir todo lo que le vaya ordenando.
Esta cabina con ruedas, “El ataúd de cristal” pretende seguir la estela de propuestas en donde vemos a un único personaje atrapado sin una explicación aparente, como le sucedía a José Luis López Vázquez en “La cabina” del recientemente desaparecido Antonio Mercero o a Ryan Reynolds en “Enterrado” de Rodrigo Cortés. En esta ocasión la víctima es una reputada actriz que vivirá la peor de sus pesadillas cuando viaje en una lujosa y siniestra limusina camino a la recogida de un premio a toda su trayectoria. Una premisa interesante y que puede ser el sueño húmedo de un hater pero que no está bien desarrollada porque a pesar de que dure solamente 75 minutos resulta demasiado monótona. Se sustenta en su cuidada puesta en escena, algo muy meritorio teniendo en cuenta su modesto presupuesto, y en el trabajo de Paola Bontempi. Es el primer largometraje del cortometrajista Haritz Zubillaga.
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