HASTA EL ULTIMO ALIENTO
Una
habitación desvencijada, en la penumbra de una casa en ruinas. Un pájaro gaznando
en su jaula. Una hombre en la desecha cama, esperando una llamada a traves de
la niebla, porque en la humeda calle no siempre llueve. Con una estetica de
blanco y negro, con este pensamiento empieza Hasta el ultimo aliento,
traduccion inexacta de “Le Deuxieme souffle”. Un peligroso asesino, huye con un
compañero de la prision. Asi presenta Melville el que podria considerarse su
primer polar. Y nada menos que convirtiendo a Lino Ventura en ese ganster lider
de su banda de asesinos. La presentación del personaje, cargada de un lirismo,
rodado con maestria, desde la primera toma. Nadie como Lino Ventura le habria
ayudado a este doble papel con su vis entre jocosa y bonachona, una
interpretación inolvidable, que a través de unos gestos que le otorgan aire
distinto y místico
Del director y co-guionista galo del film se puede decir que sólo el mismo
se supera en meticulosidad y perfeccionismo,
con los personajes que él mismo crea. Tanto el proceder de Ventura como
el de la policía están cargados de detalles mínimos, que junto a la escasez de
diálogos caracterízan el film. Y es que
no lo necesitan sus personajes para dar a conocer las inquietudes y
sentimientos. La pelicula es contemplativa. Montes, mar, espacios abiertos
fuerzan al espectador a la observación de las miradas, las maneras de planear
lo que consideran su ultimo trabajo, que por su esquema podria ser la cuna un
trabajo en italia.
Equilibrando la investigación policial, la trama, no goza de gran
relevancia ni complejidad, pues no busca ninguna comparacion la con el cine
negro del lado americano. Un cartilaginoso esqueleto, para exponer y dar cabida
al personaje principal, quien, en su soledad, los únicos pilares que le
sustentan son su perfeccionismo, su rubia fatal imprescindible en el cine noir
y su buen y justo fondo. Pero no hay interacción con otros seres humanos cuando
no hay intercambio recíproco de respeto, amor... Todo provoca una
deshumanización del individuo. El personaje al que da vida Christine Fabrega, es
la única persona con la que parece que se relaciona y a la que ama
El valor, la soledad, la ocultación de los
sentimientos y los finales inexorablemente desdichados llegan a límites no
alcanzados en 1966 ni por los clásicos del otro lado del Atlántico.
Como decía la crítica, el maestro del 'polar', –el policiaco galo-, fue el más
francés de los cineastas norteamericanos y el más norteamericano de los
cineastas franceses..
Sus
supuestas ideas pronazis le granjearon la oposición de los sindicatos de
técnicos. Este recelo que inspira a la industria cinematográfica le hizo
convertirse en productor de sus propias cintas. Diez años después, se
convertirá en el prototipo de autor cinematográfico de cara a la Nouvelle
Vague. Melville es el cineasta a quien Patricia Franchini (Jean Seberg)
entrevista en 'Al final de la escapada' (Jean-Luc Godard, 1959)..
.
Melville no filma a modo de despedida de un periodo,
como si quisiera poner fin a un género por la puerta grande, más bien la
autoconsciencia está puesta en el nacimiento de un estilo propio, de establecer
un esquema fílmico, de creación de una serie de preceptos y arquetipos variables en cada uno de sus films.
Recoge el gusto por el blanco y negro contrastado para
metaforizar una vez más las contradicciones de cada uno de sus personajes y
haciendo del noir una
suerte de estudio psicológico. Estamos por ello ante un film humanista ya que
el objeto del estudio nada tiene que ver con aspectos globales de la sociedad
francesa del momento. El análisis pivota en un contexto concreto y versa sobre
las contradicciones internas, en la lucha entra la ética propia y la leyes
globales. Algo más íntimo, más palpable y cercano que el reduccionismo maniqueo
del bien contra el mal.
Y es que estamos ante la génesis de dos constantes en
la filmografía noir de
Melville, por un lado la construcción y puesta en escena de individuos con
códigos morales estrictos, con normas inamovibles y que, a pesar de moverse
siempre en terrenos pantanosos y ser capaces de cometer actos delictivos de
toda índole, siempre se rigen por una conducta estricta, obedeciendo a leyes
propias, siendo militantes estrictos de sí mismos. Por otro, el desarrollo de
un tono determinista en el fatalismo. No importa tanto el delito, el inevitable desenlace fatídico,
como si precisamente ser consecuente con la propia ideología personal fuera
causa de la tragedia final.
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