Jean Pierre Grumbach, conocido como Jean-Pierre Melville (París; 20 de octubre de 1917 - ídem; 2 de agosto de 1973), fue un director de cine francés, precursor de la nouvelle vague y esta considerado un
exponente clarísimo del cine polar (cine negro) francés. Sus películas sobre todo
las de la década de los 60 acusan una exaltación total de la amistad entre
hombres, muchas de estas películas están basadas en historias de gangsters y de
personajes que han vivido la Segunda Guerra Mundial,
durante la Francia ocupada por el
ejército nazi, ya que él mismo fue protagonista activo de la contienda.
Jean-Pierre
Melville nace en una familia alsaciana de origen judío. Cuando tenía cinco años
le regalaron por Navidades un proyector Pathé-Baby y al año siguiente una cámara tomavistas de 9,5 mm, con la
que graba a su familia. Melville se apasionó por el cine al ver películas
estadounidenses. No sería hasta el final de la Segunda Guerra Mundial cuando
decidió dedicarse seriamente a él, con carácter profesional. La ocupación
alemana de Francia durante la Segunda
Guerra Mundial sería uno de los hechos que más le influyó a la hora de hacer
cine. Durante este conflicto, apoyó a la Resistencia, hecho que le inspiraría en varias de sus películas. Se une a
la Francia Libre en Londres, en 1942, y ya por entonces toma el seudónimo de
«Melville», para unos en homenaje a su actor favorito estadounidense, Herman Melville, para otros para
recordar al autor de Moby Dick.
Por razones políticas se le cerraron las puertas del
sindicato de técnicos cinematográficos, de modo que Melville decide crear su
propia productora, lo que le permite mayor libertad de movimientos
cinematográficamente hablando. Así, decide adaptar Le silence de la mer (1947), obra literaria de Vercors, actuando
él solo como productor, guionista, director y montador, como si se tratase de
un film amateur. Por eso, los jóvenes críticos de Cahiers du Cinéma consideraron a
Jean-Pierre Melville como un autor completo. A continuación realiza más
producciones, como Los chicos terribles (Les
enfants terribles 1949), que es una pequeña crónica
familiar. Tras unos comienzos difíciles, su valor comenzó a ser reconocido por
una legión de seguidores, lo que le lleva a realizar una serie de películas, de
las cuales, la más notoria es Deux hommes dans Manhattan 1958).
En 1955, creó sus propios estudios, los estudios Jenner,
en un almacén de la calle Jenner (del distrito XIII), de París. Encima de él,
vive entre 1953 y 1967. Pero el 29 de junio de 1967 un incendio lo destruye,
mientras rodaba Le Samouraï.
Hasta 1961, año en que rueda Leon Morin Pretre, Melville definiría su cine como "la búsqueda de un
lenguaje".
A partir de entonces, empieza a rodearse de actores más
conocidos, algunos de ellos auténticas estrellas del cine francés. Sus
principales actores fetiches, a partir de esta nueva etapa, fueron Jean Paul Belmondo, Lino Ventura y Alain Delon, siendo este último el más recordado
y con el que Melville mantuvo una amistad más estrecha. Otras figuras de las
que se rodeó fueron Simone Signoret, Michel Piccoli, Stefania Sandrelli, François Périer, Yves Montand o Gian Maria Volonté.
En esta época realiza sus películas más reconocidas: El confidente (Le doulos, 1962), Hasta el último aliento (Le deuxième souffle, 1965), El silencio de un hombre (Le samouraï, 1967), El ejército de las sombras (L’armeé des ombres, 1969) y El círculo rojo (Le cercle rouge, 1970).
Jean-Pierre Melville concibió gran parte de sus filmes a
partir de obras literarias, que supo transformar para darles una entidad
individualizada. Su cine es una obra de hombres que dudan, sueñan, actúan y
conviven cada día con sus miedos y esperanzas. No contemplamos la insólita
grandiosidad épica que tantos asocian con la palabra celuloide. Su épica es la
de una cotidianidad concreta que, enmascarada por las vestimentas, es la de todos
nosotros.
Melville siempre ha sido considerado el director más
estadounidense de los franceses, el más francés de los estadounidense... Se le
tachó de estadounidense por la realización de películas como Deux hommes dans Manhattan (1958)
—anteriormente citada—, Le Doulos (1962) o Le deuxieme
souffle(1966), películas con historias sobre robos, crímenes y gángsters,
tan típicas del cine estadounidense de los años 30, que tanto influyó en el
director galo. Un claro ejemplo de este acontecimiento se da en su película más
conocida, El silencio de un hombre (Le samourai, 1967),
en la que el protagonista (Alain Deloin) interpreta a un asesino de nombre Jeff
Costello, un nombre impensable para el escenario parisino donde sucede el film.
Otros le tachaban de "francofrançais", más francés que los franceses,
por obras citadas como Les
enfants terribles (1950), Leon Morin Prêtre (1961) o L’armée des ombres (1969). La primera es una adaptación de
una obra de Jean Cocteau y las dos últimas
películas tratan sobre la resistencia durante la ocupación alemana entre 1940 y 1944. La conclusión es, como muy bien
argumentó el mismo Melville, que su cine no podía integrarse dentro del tan cacareado cine nacional. Sus temáticas eran las del hombre para el hombre
y tenían, y tienen, una vigencia universal.
La exaltación, por parte de los críticos de la
revista Cahiers du Cinéma, del cine de autor, les
lleva a descubrir y lanzar a Melville como patrón de ejemplo y guía de lo que
debe ser el "nuevo cine francés". La admiración de sus compañeros de
profesión les llevó a darle papeles dentro de sus obras. Este es el caso de Jean-Luc Godard, en À bout de souffle,
y Claude Chabrol, en Landrú. Además, siempre ha quedado clara su
influencia en directores posteriores a su muerte como John Woo, Ringo Lam y Quentin Tarantino.
Pese a todo, realmente es el gran olvidado de la historia
del cine francés en particular y de la historia de cine en general, de una manera más o menos injusta, ya que
siempre está presente en la mente de los cinéfilos mediante ciclos e incluso
ediciones impresas en revistas o libros, a pesar de que nunca se le haya
considerado de una forma total y plena como se merece.
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