Maníacos de los niños abandonados, (Heidi ,Mario,.).de esa secta nostálgica que mitifica cualquier secuencia que huela, a rancio, a años setenta les sonará Remi, el niño de nadie, conmovedora serie de animación que, a rebufo de Heidi, narraba las desventuras de un crío huérfano “adquirido” por un músico ambulante para completar su troupe, compuesta por un mono y un perro. La historia, basada en el clásico Sin familia de Hector Malot, también ha conocido alguna que otra adaptación “en carne y hueso" la gran pantalla, con todo lujo de medios y andamiaje lacrimógeno. Y en este proceso de “desnaturalización” posiblemente se pierde buena parte de su atractivo, por mucho que así puedan apreciarse los matices interpretativos y cómplices del músico –Daniel Auteuil y el dickensiano chavalín,Maleaume Paquin, Jonathan Zaccali...Virginie Ledoyen –más en la línea de Freddie Bartholomew que de Joselito porque cantar, lo que se dice cantar, canta bien poco en el filme-. El melodramá, con sus innumerables orfandades y sus malos de opereta ,incluyendo lobos y gendarmes, se mantiene intacto, así como la apología del poder reparador de la música entre corazones puros. Mucha campiña bucólica a ras de nube y mucha ratería a ras de hollín redondean una propuesta que resulta un descarado intento de buscar la congoja y el hipeo de cara a las navideñas. Rémi es un huérfano acogido por la Señora Barberin, de cuyos brazos, con diez años para ingresarlo a Vitales un solitario musicos itinerante en un es arrebatado para ser confiado a un misterioso músico itinerante. De esta forma, aprenderá la dura vida de los acróbatas y comenzará a cantar para ganarse el pan. Su perro Capi y su mono Joli-Coeur acompañarán al personaje por Francia, en un viaje lleno de amistad, ayuda mutua y el descubrimiento de sí mismo.
miércoles, 20 de noviembre de 2019
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