Ya es difícil en una persona cambiar durante su vida la concepción buena/mala de sus actuaciones. Pues mas difícil le es a George Clooney, actor que me interesa mucho, cambiar su registro de cabrón a buena persona en las dos horas que nos propone Tony Gilroy, guionista de la trilogía Bourne, a quien no hay que confundir con Frank D. Película, de fuerte contenido emocional(recuerdo Glenn Garry Glennrose), en la que Sidney Pollack, Tom Wilkinson y especialmente Tilda Swinton, no han de esforzarse tanto para demostrar su doblez y falsedad. Clooney-Clayton, ex policía, vividor, ludopata, cínico sin clase y abogado sin casos, se ve en la tesitura de situarse definitivamente en el lado del 50% de hijoputismo al que pertenece, cuando enloquece el abogado que lleva un caso social de vertido de toxico por una multinacional. (Les suena a Travolta?). Parece que los EEUU, a través de Hollywood, se lavan la conciencia a través de la transformación express de abogados, a veces policías, a veces militares.
No deja claro la película casi de Pollack, que nadie cambia. Que quien es mentado por su madre lo sera siempre y que esta mitad de la población mundial seguirá abusando y vertiendo su toxico sobre la otra mitad. Por abogados Clayton que intenten evitarlo.
sábado, 24 de noviembre de 2007
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