El silencio antes de Bach

Hablamos de ella en Venecia. Como en "El sopar" y "Pont de Varsovia" el cine de Pere Portabella, conexion Buñuel, es sentido y sensualidad. Un capazo de ideas, estallidos, imagenes, conceptos y música son los que establecen sus diálogos al suponemos no haber guión. Cineasta abstracto, no absurdo pero de ácrata poesía, Portabella nos sube a una pianola que sonando sola se desplaza por las salas vacías, en un claro homenaje, sino me corrigen, a "La leyenda del pianista sobre el océano". A partir de ahí paseamos del siglo XVIII hasta la actualidad de la mano de Bach (Christian Brembeck) por el preciosista Leipzig y también hasta Dresde. Alex Brendemuhl, Feodor Atkine y Daniel Ligorio son afinadores, vendedores de pianos o interpretes de violonchelo. Con espacios de casi 15 años entre films, Portabella sigue enchufado a la Escuela de Barcelona, en una de sus múltiples funcionalidades la de cineasta rebelde pero consecuente. Libertario de la cultura, subanse a su grupa si no quieren oír este año Nuevo, la marcha Radetzky de siempre. Intenten acercarse al vademecum visual de este autor irrepetible, el sabe de producción, y blindense durante 102 minutos frente a la jauría del consumo y las majors.