La imagen que tenemos del panda es otra. Hasta aquí la originalidad. Convertir a uno de los seres mas amorosos que recuerdo en un personaje de tarantino. Con infinidad de referencias cinéfilas en el guión según el background de cada uno, destacan en lo positivo la camaradería entre el oso y los otros animales del templo. Una mezcla de Kid Bill y Indiana Jones triturado en el ordenador, con este tipo de look entre desagradable y de colgado de un puente que le sirve para no desencajarse del todo en las odiosas escenas de acción. El panda que en el actual medio ambiente apenas puede sobrevivir y procrear le convierten en un superheroe con climax final que dará una impresión del problema absolutamente equivocada a los pequeños y a los mayores desinformados acompañantes.
La historia sin historia es un panda gordo casi mórbido que sueña ser el pequeño saltamontes. En manos del destino y de Goerge Miller, que ya quería que un cerdo fuese perro pastor, encomienda la diversión a la técnica,como no, perfecta. La película, al servicio de nada, tiene ritmo, crescendo. ejecución y acabado. Riase al menos con las clases del maestro, la tortuga anciana y sabia y los malabarismos con los palillos. Dream Works, nos hubiera gustado que este panda fuera Ratatouilli. Otra vez se lo pediremos a John Stevenson y MArk Osborne.
domingo, 13 de julio de 2008
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