Me gustan los filmes que empiezan y están narrados por una voz en off como es el caso. Menos cuando el tono no toma partido político de lo narrado, cuando la banda sonora no respira nada del entorno donde transcurre la acción y por lo tanto sus autores no pretenden buscar u ofrecer una solución, sino hacer una película trillada mas, fuera de los Ángeles o el Bronx. Jose Padilha ha logrado una puesta en escena nerviosa y violenta como corresponde al mundo de la droga y las mafias. Personajes superactuados, como si la cámara les acosara, sin tener tiempo de reconstruir la escena, de ponerse en su sitio y colaborando al desenfreno buscado para que nadie se entere de nada.
Busca el autor la delincuencia mas desquiciada del Brasil, el lado mas salvaje de la selva urbana. Wagner Moura, Caio Junqueira y Andre Ramiro pertenecen a un escuadrón especial de la policía de Rió, violentos, sin escrúpulos y que imponen su ley sin mirar la pecata minuta. La historia gira alrededor de un jefe que instruye dos subalternos para sustituirle ante su próxima paternidad, en un guión lleno de efectismo y artificios. Padilha no ha traicionado su primera obra Bus 174 pero nos ofrece una tropa convulsa, frenética, despiadada que no es lo que pide precisamente la violencia cotidiana de Rió o de donde sea.
sábado, 19 de julio de 2008
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