Si ayer hablabamos del cine irlandés hoy lo vamos a hacer del nórdico (danés, sueco, menos el noruego)aunque también comparten signos de identidad. Todo ello acerca del film de Pernille Fisher Christiansen que transmite esos valores, serenidad, desgarro y tragedia interpretada por Trine Dyrholm, David Dencik y Elsebeth Steentoft. Personajes a los que pone al limite de sus situaciones personales y el guión se encarga de relacionarlos, hacer que se encuentren, enfrenten y ayuden en los momentos de atracción. De como se transforman con el contacto, y lo que podía ser una carga pesada e insoportable, puede ser la liberación.
El filme es distinto de sus congéneres en el sentido de que es menos gélido de lo habitual y desliza la balanza bergmiana de la mente hacia la lúdica y pragmática, y aun no menos prosaica utilizacion de los cuerpos protagonistas. Estos cuerpos son una joven que abandona a su novio, cansado de la convivencia sin proyecto, y un transexual que espera la documentacion de su cambio de sexo.
El clima, la luz del sol de medianoche, la forma de vida aislada de aquellas latitudes, influye una vez mas en el relato narrativo. Todas las relaciones están condicionadas, enjabonadas por condicionantes que van mas allá del propio deseo, de la propia estima, de la propia inteligencia.
martes, 22 de julio de 2008
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