Para Roy Andreson, un sueco él, el hilo argumental en un film no hace falta. Se lía una sucesión de personajes en unas secuencias mas bien lentas, al mismo ritmo que la producción del director, un film cada diez años, tiempo suficiente como nos propone el mismo, para reflexionar. Imagine cualquier forma para repensar su vida, pero evite que sea esta.
Como en Canciones desde el segundo piso, nos muestra un mundo gris y inquietante, donde todo el personal es básicamente infeliz. La tragedia de la vulnerabilidad del ser humano pero desde el punto de vista cómico. Film con mas trampas que un bosque en el valle de Aran actualmente y en el que Andreson nos vuelve a machacar con su música de trombón, que tocaba de joven, para realzar los peores momentos de la ingesta cinematográfica.
Desconcertados a pesar de que no nos han dicho nada, con mas sugerencias que imagenes y planos destacamos la frase del psiquiatra donde manifiesta que hacer feliz a alguien intrínsecamente malo no tiene sentido. Que ellos exigen ser felices porque son egoístas y interesados. Es un film donde nosotros somos los que necesitamos las mejores y potentes pastillas de la felicidad al salir de la sala.
jueves, 6 de noviembre de 2008
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