martes, 8 de abril de 2008
El último gran mago
La que ha pasado de directora de cine, Gillian Armstrong (Foc a la sang, Mrs. Soffel , Mujercitas y Oscar y Lucinda) a maga, es ella. Primero cerrando mal una trilogía reciente del cine que ha falta de otra cosa que llevarse a la cámara ha descubierto un pequeño filón con El ilusionista o El truco final y después haciendo otra película del gran Houdini, el hombre que se jugaba la vida en un verdadero espectáculo de magia y escapismo, en vez de la programada por el guión de "Death defyung acts" donde se trataba de la dura vida de una madre y una hija embaucadoras como mediums, brujas y videntes, personajes a los que si es verdad, Harry Houdini se esforzaba en desenmascarar buena parte de su tiempo. Una buena historia de amor, Guy Pearce se la trabaja, una sugerente Catherine Zeta Jones en el principio de su ocaso para papeles de danza del vientre y un equilibrista y equilibrante Timothy Spall sostienen el espectáculo cinematográfico rico eso si en diseño, fotografía , música y todo lo exigible a una buena producción. Pero prefiero ver salir conejos, palomas, paraguas y pañuelos de un sombrero de copa y acertar el as de corazones que asistir a inmersiones angustiosas. ataduras casi sados, asfixiantes secuencias acuosas y que encima hay que ser una atleta, -Guy entreno muy fuerte,- total para darse un baño de impresión.
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