Premiada en Málaga por su publico, por cierto premio al mal gusto , el primer film de Nacho G. Velilla no ha salido bien cocinado a pesar de su experiencia televisiva que no voy a repasar.
El hombre, para desmarcarse de las otras comedias de cuisine, lo hace sin querer, añade todas las salsas picantes y de colores a su guiso, consiguiendo una fondue infumable. Presentando a su protagonista como chef homosexual solamente hace reír a los que le votaron en Málaga llevados por el buen rollo que siempre da aquel festival. Nacho García Velilla, intenta con su formula tipo Adria, desestructurar los episodios televisivos y convertirlos en una emulsión que guste a los transplantados teleespectadores. Lleno de ciertos tics, el director sacrifica algún buen gag en aras de escenas cómicas bien coreografiadas. La cocina cinematográfica de fusión nos lleva al final con todos los elementos, o lamentos mejor dicho sin ligar como la buena mahonesa. Grasa y colesterol a raudales con sal gorda en las relaciones paternofiliales (incluyendo al abuelo Luis Varela), ni calidad en el novio futbolista argentino y la mejor amiga Lola Dueñas , todo muy kisch y español rancio y agriado. Tono general de sopa de ajo helada, y sosa como Fernando Tejero, el perro Woody del cual tiene mas registros que el mismo. Javier Cámara hechandose el film a la espalda, consciente de su poca entidad, mientras intenta que su buena voluntad de trabajar con todos y para todos no le haga caer de la torre de Suso. Cine para tomar con cuchara de madera, que como la botija de los vinos, es la única que puede darle un sabor y hacer que no se jarabe de palo. O sea un palo. O un armario sin fondo.
jueves, 17 de abril de 2008
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