sábado, 3 de mayo de 2008

La duquesa de Langeais

Ne touchez pas la hache seria su titulo original. Aunque mis películas preferidas de JAcques Rivette, uno de los grandes del cine francés con 80 años son Alto, bajo, frágil, La belle noiseusse y Vete a saber, sus otras dos aproximaciones a Balzac también merecen vuestra atención como fueron Out;1 y Duelle. Rivette nos vuelve a obsequiar con sus composiciones de luz haciendo reseguir con la cámara los procesos de composición de cualquier dibujo o pintura, de cualquier ensayo de obra de teatro, haciendo del tiempo real un tratado estudioso de cada detalle. La fluidez de sus movimientos de cámara auditan el menor ruido, siguen un gaznido o coreografian nuestra atención. De la misma forma nos introduce en los pensamientos de sus personajes, como si los espiáramos, alargando nuestra presencia en la inerte escena hasta que ya no nos perciben. Contención y buen gusto en un filme de obsesiones sexuales convirtiendo el arte en cine poema. Un pequeño gran poema para dos casi amantes que resumen sus tragedias personales en un concierto de cámara. Guillaume Depardieu un general representativo de la era napoleónica y Jeanne Balibar, una duquesa de la restauración ejecutan un tratado de seducción con cartas banales, etéreos flirteos femeninos, aspereza en el deseo masculino, ofensas irónicas o enfados con la divinidad y empleo de una cierta fuerza. Todo en la clandestinidad donde aparece enmarcado un cine de comedia de costumbres donde las necesidades humanas interfieren con las etiquetas sociales y que debería salir de ella.

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