lunes, 12 de marzo de 2018

Winchester: la casa que construyeron los espiritus

Retorcido titulo del tipo llamado sinopsis. Basada en relativos hechos reales, una rica mujer de una saga de industriales fabricantes del famoso rifle Winchester hacia los años 70 del 1800 en pleno Oeste americano, nos cuenta la obsesion de Sarah Winchester, por ir reconstruyendo continuamente su magnifica morada de estilo gotico en San jose California. El film entraria en el genero casas encantadas. Interiores imposibles, magnificas estancias, laberintos impredecibles, acogen las relativamente miedosas apariciones de fantasmas que a lo sumo ponen los ojos en blanco. Parece ser que los fantasmas serian los espiritus de las personas fallecidas bajo las balas del rifle con recarga, aunque nada de los casos verdaderos fueron tan terribles como en el film, donde algunos rozan la risa. Esta puede ser la base de una serie con miles de capitulos. Los hermanos Peter i Michael Spierig no sacan demasiado provecho de sus principales protagonistas, la casa y la omnipresente de Helen Mirren. Hay que referenciar que la dirigen quienes firman en este caso el guión junto a su colaborador Tom Vaughn.
En Winchester, como película, estamos ante una historia real apasionante que si uno investiga por su cuenta puede hasta disfrutar. Conocida también en ciertos ámbitos por su leyenda como "la maldición de la casa Winchester", el texto de la película parte de un caso verídico que es mucho más relevante que lo que se ha visto al final trasladado de ella en la gran pantalla.Simplemente buscando documentación y leyendo sobre esta historia, dan ganas de conocer más sobre Sarah Winchester, heredera directa de la fortuna del creador del famoso rifle. La propia Sarah (Helen Mirren )en uno de los trabajos en los que menos partido se ha sacado de su gran talento) se volvió algo obsesiva y alcanzó una infelicidad y depresión enormes.


Fallecidos su esposo y su hija, la rica viuda no veía horizontes a su vida y gracias a la ayuda de una médium decidió ahuyentar su mala suerte cambiando de residencia, mudándose a San José (California). Allí se le ocurrió construir, hasta el final de sus días, una enorme mansión con 160 habitaciones, pasillos interminables, con zonas y salas sin sentido. Al parecer, dicha casa solo tenía un fin: limpiar y albergar en paz las almas de los espíritus de todos aquellos fallecidos a causa del rifle que su padre había inventado. La historia, así leída y contada es mucho más que atractiva. Apetece conocer más sobre la personalidad de esta mujer, que se sentía desamparada a pesar de tener una fortuna eterna hasta el fin de sus largos días puesto que no murió hasta los 83 años). Clarke es un médico llamado Pryce con traumas interiores y complejos ocultos que divagará dialogando con esta señora. Lo primero es que el personaje no hace aparición física hasta transcurridos 20 minutos; todo lo previo es bastante perezoso y de poco enganche. Una vez la vemos en su especie de trastorno emocional en la casa, con el doctor como vigilante y protagonista con el que vivirá el supuesto sufrimiento el espectador, no termina de conectar. Nada de thriller de calidad. Poco de terror puro. 

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