Sabíamos de Doris Dorrie, mas por Dinero que por Hombres y ahora por un film que solo emociona el titulo. Con una primera parte solida, esto parece un partido de fútbol, cuando aterriza en Japón se pierde entre el lenguaje y la espiritualidad de un cine oriental que la apasiona pero que no ha sabido transmitir.
Una esposa, hoy es el día de la mujer trabajadora, funcionaria del hogar, decide organizar un viaje familiar a Tokio, pasando por Berlin,para visitar hijos y nietos. Estos encuentros familiares marcaran la distancia mas que real, psíquica que ha marcado la relación alejada. Con sorpresa amorosa incorporada, la historia a un vuelco y se realizan muchos de los deseos incumplidos y largamente deseados.
La muerte, que ya sobrevolaba el matrimonio maduro de aparente y plácida rutina que formaba la protagonista se hace realidad en la enfermedad degenerativa y mortal que asume el marido. La muerte es la que rige el viaje al centro del dolor, sin mas futuro que la tragedia pero que el destino revierte en una nueva y gratificante experiencia. Con tintes autobiográficos, pues la directora perdió a su marido en el 96, confiesa que el peor momento es el de confirmar el diagnostico. Dan vida a los personajes de este dubitativo film, Elmar Wepper, Hannelore Helsner y Nadja Uhl.
domingo, 8 de marzo de 2009
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