domingo, 22 de marzo de 2009

En el septimo cielo

Buen film de Andreas Dresen con un tema difícil. La sexualidad placentera y satisfactoria a partir de los 80, 76, en este caso, es posible. Es tan sensible, cálida y humana la exposición en la primera parte del film, medida y sopesada, digna y racional, que cuando el director cree que ya hemos visto suficiente piel dedicada al amor maduro, deriva hacia los sentimientos mas seniles del grupo que estaba en el cielo.
El publico se siente extraño por pasar de contemplar las caricias sensibles y enamoradas de unas pieles envejecidas, con desnudos explícitos nunca gratuitos a unas distorsiones histéricas, con explosión de emociones mal conservadas y que expresan el vació de unas existencias, con distracciones graves sobre las consecuencias morales de sus actos y sus controvertidos dilemas emocionales. La belleza celestial de un amor maduro no ha podido borrar los celos, las lujurias, las pasiones exacerbadas o la confusión por todo ello que ha construido un día a día una vida amorosa.
Un relato adultero de una relación de tercera edad en el que la mujer lucha por superar la culpa que siente por traicionar a su compañero de mas de 30 años, sin poder renunciar en absoluto a su nueva relacion. El director no justifica en ningún momento la aventura ni nos explica el porque de sus preámbulos. Se centra en la figura de la mujer que ha revivido de nuevo en el sexo, ha regenerado su espíritu dormido y que juega a la inseguridad de un futuro que no es previsible frente a una continuidad previsible y yerma.
Ursula Wierner, Horst Rehberg, Stephi Kuhnter y Horst Westpahl, son los encargados de transmitirnos su ternura, su ilusión, su confusión y su desesperación ante los diferentes avatares y vericuetos extraños a nuestra cotidianeidad por donde discurre el film. Una encomiable película con un excelente tratamiento de la luz y el encuadre, que nos indica exactamente el tono emocional que en cada momento hemos de captar, asumir y si pudiera ser interiorizar, grabar en positivo en nuestra mente. Para lo que pueda venir, sea el cielo que sea.

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