miércoles, 4 de marzo de 2009

En nombre del rey, fuera el doblaje y los finales felices

Solamente me servirá la película, es un decir, de Uwe Bolt que ni tan siquiera podemos tildar de divertida, para hablar del repentino otra vez dilema del doblaje al catalán. Película aburrida hasta morir por el rey, con unos mercenarios a los que ya no vale la pena doblar en ningún idioma como Jason Statham, Ray Liotta, Burt Reynolds, etc.
Un plagio en toda regla y malo del señor de los anillos, sin presupuesto para los efectos especiales, grosero en el modo y la forma y con acción encorsetada de videojuego mas propia de un jardín de infancia que de una sala de proyecciones.
Film sin duda subvencionado por el estado alemán que sobrado de dinero, permite artículos de tan baja estofa por falta de mayor exigencia cultural, pensando que regenera a Fritz Lang o al mismo Fassbinder, cuando un solo plano de ellos, vale toda la carrera del inútil Bolt.
En cuanto a la nueva ley del dobalje,-sabiendo ya que las majors les importa un rabano nuestro idioma-, Catalunya debería ponerse ya las pilas del subtitulado, como en el resto del mundo culto una vez derrumbadas las dictaduras del signo que sean. El doblaje permitia y permite patente de corso para la censura y la manipulacion del contenido. Pasando por encima del lobby del doblaje, que ya han tenido lo suyo, todas las películas deberían ser en versión original subtitulada al 50% en catalan y castellano. El paro generado, lo paliaríamos con la cantidad de idiomas que aprenderemos y que nos facilitaran el acceso a nuevas oportunidades internacionales. Y quien quiera doblaje porque cree ver una oportunidad económica con determinados productos, que invierta y los comercialice mas caros, a ver como le va.
Igual que han hecho estos visionarios, buena gente sin embargo, que han escrito un libro, cambiando los finales de películas tan insignes como Lo que el viento se llevo, Con faldas y a lo loco o Muerte un Venecia. Una broma pesada, una gracia inútil que no me interesa para nada, una afrenta burlesca a la autoría de unos maestros que deben sentir escupidas sus cenizas.

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