Curiosa la evolucion de este Sam Raimi. Que empezó con Entre el juego y el amor, Darkman, Spiderman y Rápida y mortal, para despacharse ahora a gusto con filmes surgidos de la avaricia profesional mas temeraria por los resortes utilizados. La película parece mas una desalinizadora que la retahíla de homenajes que pretende reiterar. Fluidos para reciclar como sangre, vomitos, pus, y otras viscosidades oculares coinciden para orquestar el terror mas destructivo y con menos lecturas psicológicas jamas visto. Alison Lohman, Justing Long, Lorna Raver y Dileep Rao son personajes vulgares de clase media que pretenden con ambición subir socialmente y por ello deberán ser castigados.
Quizá Raimi pretende demostrarnos que después de películas como Un plan sencillo, metidas en cintura, sigue siendo el director rebelde (malo?) que siempre ha querido ser. Entonces no debería haber dotado de contenido una formulación cinematográfica que es incapaz de absorverlo. Sin brillantez ninguna es una buena manera de asistir a un concierto de Metallica y auditar todos sus grandes éxitos. Pero el proyector, su foco se podría apagar perfectamente.
viernes, 31 de julio de 2009
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