viernes, 3 de julio de 2009

La velocidad funda el olvido

Marcelo Schapces nos cuenta la historia de un joven de 24 años que interpreta Nicolás Mateo que pasa su vida en un mundo irreal, sumergido en el ambiente generado por la delirante obsesión de su padre, que sin sentido aparente, acumula, archiva y clasifica todo tipo de objetos casi con el síndrome de Diogenes. Al morir de forma repentina, queda al descubierto todo un pasado que el chico desconocía, por lo que decide salir de su casa en Buenos Aires para descubrir en el mundo su verdadera identidad.
El destino que le ayudara a completar el rompecabezas de su vida es Galicia, hasta donde viajara en compañía de Marta Larralde, una joven española que le ayudara en la búsqueda de su madre y en su objetivo de olvidar viejos rencores, rencillas`personales, dudas políticas, de una memoria heredada que no es la suya. Al dejar a un lado una vez escudriñado, el peso del pasado, el hombre nuevo puede disfrutar el presente, con sus vivencias y tener su propia historia.
La película fue rodada en Buenos Aires, San Luis y Tuy y definida por su director como un largometraje complejo que es una reflexion poética sobre la generación argentina de la década de los 70. Según el mismo, intenta mostrar a través de las imagenes, el lado trágico de un periodo que marco a toda la sociedad. Exhibida en varios festivales y certámenes fue galardonada en el Festival Internacional de El Cairo.
Preguntado sobre el origen del titulo, el realizador dijo inspirarse en una frase del filosofo francés PAul Virillo, en base al concepto del siglo XIX sobre una vida en constante aceleración. La película, intenta según el autor, detener la historia de forma brusca para reflejar lo que sucede en ese lapso de aceleración y desaceleración. Según siempre su punto de vista, su obra constituye una especie de memoria con personajes que experimentan la nostalgia de la era analogica, cunado las cosas podían tocarse, olerse, admirarse, y no solo mirarse y olvidarse.

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