El actor, escritor y director Jordi Mollà —a quien vimos por última vez en ‘Noche y día’, en un papel que ya se está convirtiendo en tópico para él: el malo con acento español— y amigo de Johnny Deep, ha estrenado su tercera película después de ‘No somos nadie’ y ‘Cinemart’.
‘88’ cuenta la historia de una pareja que se conoció cuando ambos eran jóvenes y libres de prejuicios morales. Si bien su relación comenzó siendo pasional e intensa, ahora, con el paso de los años y con un hijo en común, se han sumido en los silencios y en la incomunicación y su vida sexual ha quedado muy limitada. Esta crisis se ve agravada la noche en la que tienen el mismo sueño. Ella le cuenta a él lo que ha visto en su subconsciente, pero él no le confiesa haber contemplado las mismas imágenes. Esto provoca que se distancien y que penetren en un laberinto de miedo en el que se les aparecen fantasmas que les avivan los celos y otros sentimientos negativos.
La pareja protagonista la interpretan Beatriz Montañez (‘El Intermedio’) y Rubén Ochandiano. Junto a ellos, completan el reparto Álvaro Cervantes, Thaïs Blume, Francisco Boira, Antonio Del Prete y Hermann Bonnin.
Mollà expone que busca alejarse de «la realidad para plasmar sentimientos tan reales como el miedo y la ansiedad» y crear una atmósfera inquietante. Añade que «el tema de la película es el laberinto de la mente, la capacidad de la mente de crear, para destruir y para desdoblarse. La presencia de personajes reales e irreales en un mismo plano viene arropada por una estética que se aleja de la realidad: no hay matrículas de coches, no hay taxis de Barcelona, la casa donde viven los protagonistas está en Castelldefels, pero podría estar en cualquier lugar y la época también es indefinida».
Mollà expone que busca alejarse de «la realidad para plasmar sentimientos tan reales como el miedo y la ansiedad» y crear una atmósfera inquietante. Añade que «el tema de la película es el laberinto de la mente, la capacidad de la mente de crear, para destruir y para desdoblarse. La presencia de personajes reales e irreales en un mismo plano viene arropada por una estética que se aleja de la realidad: no hay matrículas de coches, no hay taxis de Barcelona, la casa donde viven los protagonistas está en Castelldefels, pero podría estar en cualquier lugar y la época también es indefinida».
El realizador declara asimismo que «hay muy pocos personajes, los espacios están desiertos y he cortado mucho los diálogos hasta dejarlos en la esencia, porque estamos hablando de la incomunicación y porque prefiero que el fotograma sólo recoja la esencia. Me da igual si es irreal que en un sexshop no haya gente, prefiero aislar a los personajes».. Por ello, este guión que firma junto con Giuseppe Ferlito, podría tener valores. Esperemos que así sea, porque 88 igual podría ser un tranvía. Además de los largos mencionados, Mollà ha dirigido los cortometrajes ‘Walter Peralta’ (1993) y ‘No me importaría irme contigo’ (1995).
El temor llevará a que Bea y Rubén, interpretados por Beatriz Montañez y Rubén Ochandiano, inicien una espiral de desconfianza a límites insospechados que les hará cambiar de tal manera que se convertirán en otras personas totalmente diferentes y encarnadas por otros actores: Thaïs Blume y Álvaro Cervantes. «Los personajes tienen la capacidad de mutar en otras personas sin que el público lo encuentre raro, todo sigue una lógica. A la película no hay que entenderla, hay que sentirla», asegura Mollá, que rodo cuatro finales porque aún no Lo que sí tenia claro.
Con tal argumento en que una persona es varias, los actores no lo han tenido fácil para ponerse en la piel de sus personajes, quienes han acabado adoptando el nombre de los actores que les representan en vez de respetar los originales. No obstante, Mollá resalta que se ha rodeado de «actores inteligentes y sensibles» a quienes les ha podido pedir cosas abstractas.
Montañez, que debuta en la gran pantalla con «88», se ve incapaz de definir a Bea, su personaje, de una manera sencilla: «Es uno y varios a la vez. Puede ser, quiere ser y a veces no es porque no existe desde el punto de lo que querría ser». Aún así, reconoce que ese desdoblamiento y la diferencia de edad respecto a su personaje —Bea tiene alrededor de cuarenta y Montañez ronda los treinta— «está bien porque puedes mostrar madurez con cierto personaje, pero juventud como otro». Ochandiano añade respecto a Rubén que «es alguien complicado, que a su pesar se declara la guerra a sí mismo o una de sus partes». Además, señala que ser tantas personas a la vez es una lotería «porque puedes hacer de todo con él».