El tempo que destina Oscar Aibar a su film, va de la noche de San Lorenzo, la mas caliente a la de San Blai, la mas fría y como en sus inicios, insufla elementos alienigenas a una historia rural sobre la guerra civil. Su misterio situado en un bosque circular permite a un campesino viajar a otros mundos y constatar la estupidez humana entre los contrasentidos y barbaridades de la guerra. Algo así como los astronautas del programa cómico Polonia. De un relato de Albert Sanchez Piñol (Les edats d'or, Victus 1714), a la vez guionista, la pasión por la ciencia ficción casi pierde al director. De ella no tenia nada el avance hacia Teruel de las fuerzas franquistas, las luchas intestinas entre anarquistas o la emoción de las brigadas internacionales. Como se llevan mal lo fantástico y el drama aunque sea con respeto a la libertad. Libertad que le permite no tomar partido por la libertad y convertir el film en un alegato de supervivencia siguiendo su linea casi cómica de Atolladero y Platillos volantes.En el bajo aragon dejulio de 1936, una familia propietaria se ve acusada de fascista y queda expuesta al expolio y al asedio sexual. Y en un montículo cercano, unas luces transportadoras de otro mundo. El atrevido director, como en El gran Vazquez, coloca en el guión escrito decenas de veces, entre Gilda y Cebolleta a los convincentes Maria Molins, Alex Brendemuhl, Pere Ponce, Tom Sizemore y Jose Maria Domeench.
domingo, 16 de diciembre de 2012
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