Saltemonos por una vez el inútil comentario de este film, he dicho filme, que es un asesinato del videojuego original llevado a la pantalla. Para ello elijo la reflexion de C, Rull, que se ha de leer, pues son días no solo para comer y beber. La Navidad es una fecha especialmente señalada en nuestro calendario. Época entrañable y de reuniones familiares y también de comilonas, para desearse felicidades y los mejores deseos, también para tener algún detalle de solidaridad con aquellos más necesitados. La cartelera de cine se llena con propuestas idóneas para estos días, aunque este año no haya sobreabundancia de títulos navideños ni nada parecido. Más allá de las connotaciones que pueda tener alguno de los planetas helados de la saga Star Wars Rogue One, Disney nos ha propuesto que lo mejor era migrar hacia climas más paradisíacos y cálidos, hacia las islas del Pacífico Sur, con Vaiana. Buscando también a un público familiar, se estrena el largometraje de animación ¡Canta!. Algo menos convencional y más crítica es la comedia Fiesta de empresa, protagonizada por Jennifer Aniston y Jason Bateman. Pero busquemos en nuestras "filmotecas" caseras por si hubiera por casualidad un 'Plácido' o 'El día de la bestia' son dos estupendos ejemplos en el cine español, mordaces con el espíritu de estas fechas Mientras, en casa, frente a la maravillosa candidez, alegría y esperanza que genera el visionado, por enésima vez, de ese clásico indiscutible que es ¡Qué bello es vivir!, uno puede toparse con películas navideñas atípicas, sinvergüenzas o irreverentes que no generan precisamente buenas vibraciones. Hace veinte años, Schwarzenegger protagonizó Un padre en apuros (Jingle All The Way), una visión levemente mordaz sobre la fiebre consumista que se apodera de nosotros durante estas fechas; la historia de un ocupado padre de familia dispuesto a todo para hacer feliz a su hijo comprándole el juguete, prácticamente agotado, que ansía: el muñeco Turbo Man. El problema es que hay más padres luchando por hacerse con las escasas unidades que quedan. Definitivamente, aún no estaba en la era de las facilidades de la compra por Internet. Los mejores sentimientos y deseos para el prójimo proliferan en Navidad, pero cualquier momento o excusa debería ser bueno para hacerlo extensible al resto del año. Una de las críticas más ácidas sobre la hipocresía que puede encubrir estas fechas procede precisamente de nuestra cinematografía. Dirigida por Luis García Berlanga, en 1961 se estrenó esa obra maestra que es Plácido. No solo era un retrato socioeconómico en los años del régimen franquista, era además una dura mirada sobre el hambre y la miseria, y sobre todo a la superficialidad con la que se mostraba compasión o solidaridad. En una pequeña localidad, las buenas gentes más acaudaladas tenían la feliz idea de acoger en Nochebuena a mendigos y pobres en sus hogares. Bajo un manto de buenas apariencias, se organizaba todo un circo que tampoco conduciría a resolver nada. En pocas horas más, todo caería en el olvido. Y entre esos pobres necesitados estaba el Plácido del título —interpretado por el humorista Cassen—, con serios problemas para llegar a pagar la primera letra por la adquisición de su motocarro, medio de transporte y para ganarse la vida. Los bichos más raros de la Navidad ¿Y si el 25 de Diciembre fuera la fecha del Apocalipsis? En 1995 el director Álex de la Iglesia se lo pasó bomba, y el público y la crítica también, con su segundo largometraje, El día de la bestia. Con las paranoias desatadas ante el fin del milenio, tres iluminados, un sacerdote (Álex Angulo), un adicto al death metal (Santiago Segura) y un experto de pacotilla en ciencias ocultas (Armando de Razza) intentaban descifrar las señales que les conducirían hasta el lugar de Madrid donde acontecería el nacimiento nada menos que del Anticristo. Sin llegar a tales extremos de hecatombe, en Navidades pueden ocurrir las cosas más impredecibles. Recordemos ese angelical niño de ocho años que deberá hacer frente, Solo en casa, a los amigos de lo ajeno que pretenden limpiar su casa. Menos conocida es la historia del ladrón de Esto (no) es un secuestro (The Ref, 1994) que también en Vísperas de Navidad se las verá en el mayor lío de su vida al toparse con un matrimonio en crisis conyugal. Y qué me dicen del detective John McClane (Bruce Willis), en el momento y sitio equivocado, atrapado en el enorme rascacielos (ficticio) Nakatomi Plaza de Los Angeles. La circunstancia, al menos, le permitirá desbaratar los planes de un grupo de terroristas en Jungla de cristal (Die Hard, 1988). Si el personaje de Schwarzenegger las pasaba canutas en Un padre en apuros para hacerse con el regalo de su retoño, no menos disparatada era la ocurrencia de Randall comprándole a su hijo Billy un bicho de lo más raro. Aunque estrenada en la mayoría de los países en época veraniega, esta especie de cuento navideño que triunfó en taquilla se ha convertido en todo un referente del género fantástico. ¿Su título? Gremlins (1984). Luego, solo nos faltaría darnos una vuelta por los confines de Jack Skellington en Pesadilla antes de Navidad (1993). Cuando Santa Claus no es de fiar Años 40, Nueva York. Un anciano es detenido y llevado a juicio por asegurar que es el verdadero y único Santa Claus. Estamos ante De ilusión también se vive (Miracle on 34th Street), otro de los grandes referentes navideños y una reivindicación en toda regla de eso, de la ilusión y la magia de estas fechas. Nada, absolutamente nada que ver con el que interpretaba Edmund Gwenn, en ese clásico de 1946, el Papá Noel alcohólico, amargado, malhablado y mujeriego que encarnó Billy Bob Thornton en Bad Santa (2003), largometraje del que el pasado noviembre se estrenó en EE.UU. una secuela. De conducta nada ejemplar también era el de Testigo silencioso (The Silent Partner, 1978) con un Christopher Plummer en plan psicópata y atracador. Y entre lo peor de lo peor, el implacable asesino en serie de Noche de paz, noche de muerte (1984); o el de Navidades negras (Black Christmas, 1974), especialista en encarnizarse preferentemente con cuerpos de chicas jóvenes y bellas. Aunque el colmo del gamberrismo lo puso el director finlandés Jalmari Helander con Rare Exports (2010) con la ocurrencia de caracterizar a éste como la criatura más peligrosa sobre la faz de la Tierra, un ser demoníaco y protegido por una horda de viejunos elfos desnudos y asesinos. Pero, olvidémonos de ellos e intentemos sacar lo mejor de nosotros mismos, por ejemplo, recordando Cuento de Navidad. Hay variadas y buenas versiones para escoger. Está el clásico en blanco y negro de 1938, el musical de 1970 Muchas gracias, Mr. Scrooge, la más sinvergüenza protagonizada por Bill Murray en 1988 y titulada aquí Los fantasmas atacan al jefe, o la versión en animación y en 3D de 2009 que realizó Robert Zemeckis. Y llegando al paradigma del buen rollo, con el punto de cocción justo de alegría y melancolía, las historias corales de Love Actually nos dejarán con las sensaciones perfectas para envolvernos en ese espíritu navideño. Gracias Carlos por montarnos esta cartellera, que como diria mi profesord e redaccion argentino, habria que titularla "Mi bella cartelera". Ah!, el video-jugo, Buscadlo por ahi, lo encontrareis. Pero podeis dejarlo para el 2107.