domingo, 4 de diciembre de 2016

Ranas/Igelak

Aunque las primeras secuencias de Igelak hacen presagiar un relato denunciando la crisis financiera al modo visto en títulos recientes, otros factores hacen desaparecer pronto ese miedo al camino trillado. Uno de ellos es el ingenioso uso de la música durante todo el filme, convirtiéndolo en una original comedia musical. Igelak está pespunteado en todo su metraje por canciones cuyo texto y música se incorporan de modo diegético a la narración, dinamizándolo. El artefacto narrativo de Tellería funciona con gran soltura y aporta singularidad a la historia, logrando el tono de fábula al que hace alusión su título y argumento. No se busca realizar una denuncia basada en hechos reales más que conocidos, sino un fresco, un colorido óleo sobre la naturaleza de la gente que los sufrió y su capacidad de superación y respuesta. A ese propósito se unen también el acertado vestuario de Saioa Lara y el aprovechable diseño de producción de Juanma Pagazaurtundua. Aunque si hay un trabajo que encaja la perfección con la puesta en escena de Tellería es el  montaje de Raúl López, verdadero corazón de la película. Gorka Otxoa presta su naturalidad al antihéroe de Igelak, no sin algún vicio arrastrado de la televisión, pero sobrado para dar rostro a esa rana, que pica como un escorpión si se lo propone, en esta entretenida película reivindicando la solidaridad sin sentimentalismos.

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