miércoles, 14 de diciembre de 2016

Paterson

Jim Jarmusch solo podia acercarse a la poesia a traves de este conductor de autobus. Y que adema en su tiempo libre transforma la porqueria social a traves de el en belleza. O lo intenta. Pero la verdad es que escribe tan bien como Jarmusch sobre la pequeñas cosas cotidianas y los sobresaltos de la vida. Es el mito de la marmota y de la repeticion de nuestros dias, uno tras otro, llevados a la fascinacion por el silencio, por la ideas en saco roto, por el aburrimiento del vacio. Paterson es conductor de autobuses. Y poeta. Cada día, antes de iniciar su jornada de trabajo, retoca los versos que va anotando en su cuaderno. Encuentra la inspiración en la realidad más cotidiana: en las charlas que mantiene con su mujer Laura, en los trayectos en el bus por las calles de la ciudad con la que comparte nombre, en las conversaciones que pesca de los pasajeros en la caja de cerillas de la cocina, en los encuentros fortuitos mientras pasea a su perro Vincent, en las visitas a su pub habitual... Paterson (un Adam Driverbrillante en su contenida interpretación) practica una poesía de versos libres y austeros que celebra la belleza de elementos cotidianos. Como el propio cine de Jim Jarmusch.
'Paterson', la película, toma en sí misma una forma poética, no tanto en su expresión visual como en su estructura narrativa. A la manera de un poema de siete estrofas, el film se despliega como una variación de la vida diaria del protagonista a lo largo de una semana. El ritmo interno viene marcado por esta cadencia de la rutina: dentro de un mismo patrón general que se reitera, los detalles confieren una musicalidad distinta. Jarmusch juega además con los pareados a través del motivo visual de los mellizos. Y ofrece, a modo de guiño autoreferencial, una serie de rimas con sus películas anteriores: los travellings laterales que resiguen una línea de casas como en la Nueva Orleans de 'Down by Law' (1986); la reaparición de Nagase Masatoshi. Jarmusch nos sumerge en esta celebración de la vida cotidiana por parte de un artista amateur a través de sus propios códigos. La práctica poética de Paterson se encuentra en las antípodas de la institución Arte y aquí reside también su encanto. El macguffin dramático que recorre la película gira en torno a la posible publicación de su obra, la única frontera que separa a Paterson de convertirse en un poeta también de oficio. A ello le anima Laura, un personaje con su universo visual propio, a quien le gustaría que el talento de su esposo tuviera un reconocimiento público.
Por momentos, Jarmusch se muestra incapaz de valorar la pulsión artística de Laura con el mismo baremo que la de su marido. La estética entre supremacista y pop en blanco y negro que Laura aplica a todo su entorno y sobre todo a las magdalenas que hornea en su casa parece más fruto de un capricho excéntrico de una ama de casa ociosa que su manera de vivir, como Paterson, la cotidianidad desde una óptica poética. Afortunadamente, Jarmusch consigue reajustar el desarrollo del personaje justo cuando más peligro corría de desfigurarlo.'Paterson' es la más kaurismäkiana de las obras de Jarmusch; resulta más subversivo encarar las películas desde un optimismo humanista. No solo por el tipo de encuadre y el tono de aires azulados que presiden las secuencias en interiores a la manera de la fotografía de Timo Salminen, los gags de humor introspectivo, la fobia a la tecnología propia del siglo XXI de la que hace gala el protagonista o el protagonismo que cobra el personaje canino, Marvin.
El estadounidense opera aquí también una muda respecto a su tono habitual. Como en el cine de Kaurismäki, en 'Paterson' se lleva a cabo una celebración de la vida ordinaria de un trabajador que mantiene un potente vínculo de hermandad con su entorno cotidiano (se compañero de trabajo siempre quejoso, los habituales del bar donde para cada día a tomarse una caña, su esposa siempre atareada con algún proyecto insólito...). El día a día se entiende no como forma de enajenación sino como antítesis popular de la épica. Y no deja de existir una proyección utópica en el retrato de esta comunidad en la que se mueve el autobusero poeta. Paterson, la ciudad, funciona a la vez como una localización concreta con sus referentes propios e idiosincrásicos, empezando por su poeta insignia William Carlos Williams, y como un espacio idealizado de una rutina sin conflictos que permite ser vivida desde esta percepción poética.
'Paterson' es la película más luminosa que ha firmado Jim Jarmusch hasta el momento, la primera en que deja prácticamente aparcada esa actitud cool de estrella del rock de vanguardia que le pesaba tanto a la etapa anterior.

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