Mal ejemplo de David Wain que intenta demostrar que solo el mal gusto hace reír. Y que llegado un punto de desesperacion el buen gusto no importa nada. De esta manera, los dos antiheroes. Paul Rudd y Sean William Scott se convierten en ejemplos de pésima conducta y confunden la brutalidad en buenos sentimientos.
Unos adultos se ven obligados a convivir con niños y en el proceso aprenderán grandes lecciones vitales y escatologicas que reconvertiran para fortalecer su personalidad desgraciada y a todas luces inconsistente. Curiosamente incluyen en sus enseñanzas todas las zonas erogenas conocidas y por conocer y que servirán mas para para ridiculizar y escarnio del sexo que para su placer y goce.
Todo, absolutamente lo hemos visto ya en el cine mas deleznable y reciente. En su descargo hemos de decir que el gran copiado, Judd Apatow, no tiene nada que ver en esta misera y desesperante cosa.
miércoles, 4 de febrero de 2009
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