domingo, 8 de febrero de 2009

Un chihuahua en Beverly Hills

Ni Disney, su factoría, ha conseguido hacer bonito, amable o simpática a esta raza perruna, digamos que esquelética. Sin protagonista agradable, un Fred Basset por ejemplo, este proceso de idiotizacion infantil, encabezado además por "tamaño" despropósito amigo del hombre, nos lleva directamente, al mundo del cotilleo, la vida fácil conseguida vete saber como, con una frivolidad en cada fotograma y con un cerebro escaneado de la dimensión precisamente del protagonista. El film de Raja Gosnell, perpetradora ya de Nunca me han besado y Solo en casa 3, presenta una imagen insultante de un gran país como México y demuestra que a partir de ahora se debe dedicar a realizar documentales de animales, quizá la forma mas razonable para no herir ni la sensibilidad ni la educacion del infantil espectador.
Agresora con sagas como Mios, tuyos, nuestros o Scooby Doo, la directora nos indica el camino de regreso a casa de una perra que roba joyas, le gusta el spa y se pierde en el rancho grande del pais charro, donde la increíble Raja pretende dar notas revolucionarias (Zapata) y denunciar la miseria y el crimen.
Aviso a proximos proyectos en que quieran hacer hablar a pobres perros. Los perros no hablan, pero miran, con tal intensidad y registros, que esta autora que ha ridiculizado a toda una raza, no podría sostener si supiera su mirada de desaprobacion. Y sin un reflejo de blanco en el fondo alrededor del iris, que es lo peor.

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