Shaw Levy, autor de Recién casados y La pantera rosa (remake), traslada la acción de Nueva York a Washington y a todas las estatuas originales, y ademas les añade un malo bien decorado que es el faraón que viste y calza Frank Azaria y un Custer, un Capone, un Lincoln, Napoleón, Ivan el terrible y para que no falte de nada, la intrépida aviadora Amelia Earhart que entre vuelo y vuelo enamora a los expuestos habitantes del cultural reducto. Ningún personaje destaca por su papel, muchos desaprovechados por falta de talento del guionista como por ejemplo Custer que pierde en su intervención gran cantidad de gags al igual que perdio Little Big Horne. Chistes por otra parte que no tienen sentido ya que el joven espectador seguramente no tiene todavía el bagaje histórico como para intuirlos o captarlos.
Secuela banal, entretenida, sin mas imaginacion que la puesta, inofensiva, precipitada y sin mas intención que tirar del rebufo de la primera.
Ben Stiller, Amy Adams, Oen Wilson y Robin William añaden un poco mas de banda ancha a la historia circense que significa que las figuras del museo cobren vida a pesar de Belfegor. Al mas puro estilo de La rosa purpura de El Cairo los protagonistas entran y salen de obras de Hopper, Grant Wood o Eisenstaedt, en algunos casos respetando su blanco y negro original o su textura y delirando hasta el final con la consideracion del teléfono móvil, también como pieza de museo. Y es que el lujo, la falta de rigor y de cultura general y la acción desenfrenada del cine actual no hay quien la pare ni quien la catalogue en un museo de momento.
martes, 26 de mayo de 2009
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