La mejor manera que tiene Rashid Masharawi de plantear su trabajo es sin grandes escarceos ni tesis pedantes, como si fuera una visión documental, antropológica del hombre encerrado en su cotidianeidad , en su día a día domestico. El film es la crónica de un día cualquiera en un país en permanente estado de alerta, con un paroxismo del miedo y con una violencia latente en cada esquina. Presente en el festival de San Sebastian, contó el director en su rueda de prensa, que después de medio siglo de ocupación, había preferido ocuparse de ella, mas que del propio conflicto en si. De ello resulta pues una visión complementaria, que conocemos pocas, y que nos aporta datos que desconocíamos.
La ciudad es un polvorin y las ocupaciones israelitas diarias convierten la zona en un infierno y alimentan la furia contra el enemigo omnipresente. La gente siente enloquecer por la presión de la violencia exterior convirtiéndose en un peligro ambulante sin rumbo ni sentido, huyendo de la presencia armada del invasor.
Curiosa y practicamente única producción palestina de este año en la que un juez debe ganarse la vida haciendo de taxista, a partir del momento en que su gobierno ya no puede pagarle como funcionario. Se centra el film en el día de la celebración del cumpleaños de su hija de 7 años, en una jornada que debe dedicar expresamente a comprar un pastel y un regalo para la niña. Ni esto sera fácil en un pueblo oprimido y ya desesperado.
sábado, 20 de junio de 2009
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