Como en Love Actually del 2003, es imposible tomarse en serio a este Richard Curtis. La caricatura de todo es tan superflua que consigue incluso hacer fracasar a un actor como Kenneth Branagh en el papel de político empecinado en cerrar la emisora. Mejor se le dan las fiestas de agua con un personal que se lo pasa pipa contemplándose y entre los que están Philip Seymour Hoffman, Billy Nighy o Rhys Ifans.
Poco le queda a Curtis de su buen guión de 4 bodas y un funeral en esta aventura corsaria que pretende trasladarnos el impagable American Grafitti con sus piezas clásicas de rock al ambiente marinero. Una fiesta de añoranza con disc j melancólicos que se esfuerzan para enseñarnos como era de brillante su pasado, sus mejores años en las discos y que parecen haber tocado a su fin.
Rock de la segunda mitad de los 60, lo que quiere decir una banda sonora incuestionable. En medio del océano se incrusta un carguero que oculta una emisora pirata inglesa, Radio Rock que emitía, en rebeldía, rock a todo trapo para compensar la miseria musical de las radios oficiales. Sus marinos eran todos dj enamorados y pioneros de su profesión, que entre visita y visita femenina y durante, inundaban su soledad en canciones y alcohol. Las penas con rock son menos.
jueves, 4 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario