Me parece una insensatez censurable llevar el mundo del vampirismo a la niñez, como hace el irresponsable de Tomas Alfredson a través de una enigmática niña, solitaria, atavica y desplazada por razones sanguíneas que congeniara con un chico con quien vivirá una aventura fantástico romántica. Historia tenebrosa envuelta en bellas y fulgurantes imagenes tan poco edificantes como la escalada de la niña por la fachada del hospital o el golpeo del rival en la pista de hielo. Humor enfermizo como la secuencia de la piscina, gore sofisticado y engañoso, con un montaje de gran calidad. La maldad es bella y por ello puede ser un clásico del cine de terror de nuestra era sin valores, o con los valores desordenados.
Inquietantes también los momentos de bullying que sufre la niña, que solamente es una excusa para justificar su próxima y prodiga carrera de criminal en serie. Producción salida de mentes enfermas, oscuras y malévolas como lo demuestra la sangría del hombre sacrificado cabeza abajo como un animal de granja.
Vampirismo infantil al que se apuntan los también suecos Kare Hedebrant, Lina Leandersson y Per Ragnar. Historia de amor imposible de otro enfermo novelista y guionista este, John Ajvide LIndqvist. Un crepúsculo de la humanidad visto desde la gelidez y realismo bárbaro nórdico.
viernes, 17 de abril de 2009
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