Siempre defenderé que los productos cinematográficos no deberían exponer las neuras originales de sus autores que no es contradictorio de la personalidad y estilo de los grandes o principiantes. Alejandro Doria no ha podido reprimir su suponemos innata grandilocuencia argentina. Ni su capacidad excesiva de conmover que lastra el film por el abuso reiterado de retorica y maniqueísmo.
Dicho esto, advertir que Doria tampoco pretende profundizar en ninguna religión o tendencia de culto determinada y se limita a realizar un panegírico de la fe, señalando eso si, los dogmas que han influido y los intereses manipulados por las Iglesias y los Estados, estructurados en unos claros y concisos episodios.
Jorge Marrale, Dulio MArzio, Graciela Borges y Belen Blanco dan vida a estas dos horas vomitadas por Doria después de casi 20 años sin rodar y en especial al cura párroco Mario Pantaleo, italiano que desarrolla su ministerio en la Argentina y que presuntamente curaba con las manos. Hombre humilde y bondadoso, infinatamente atormentado,el mismo dudaba de sus capacidades curativas lo cual le honraba. Film de análisis en un momento de crisis de terapias de curación convencionales y de contraataque de los grupos farmaceuticos.
miércoles, 8 de abril de 2009
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