Toda la originalidad que tienen el nombre del director, los hermanos Ronit y Shlomi Elkabetz, la pierden en el planteamiento de la idea, una manida reunión familiar, donde se apretujan en un reducido espacio un sin fin de personajes confinados y con poca coreografía además. Lo único que logran es retratar a toda la sociedad de aquel momento y país, pues casi todos los estereotipos están representados, lo cual no es poco.
Dura critica del autor al grupo familiar, a los que saca las caretas, combate sus mascaras ficticias o no y resalta la asfixia que producen en sus personajes. Cuna de secretos inconfesables y cultivo de las hipocresias mas notorias, todo se sustenta en la tradición que parece inevitable romper. La falsedad del duelo, la prohibicion de dormir cómodamente, lavarse, rasurarse, no comer carne e incluso prohibido reírse. Con la guerra del Golfo como entorno, esta semana de luto de una familia judía que llora la muerte de un ser querido es una buena radiografia con los esqueletos de Albert Iluz, Simon Abkarian, Yael Abecassis y el propio Ronit.
lunes, 20 de abril de 2009
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