viernes, 3 de abril de 2009

Notes al peu

Los estrenos de hoy son Fast and Furious: aún más rápido- La buena vida- La casa de mi padre- La duquesa- La lista- Monstruos contra alienigenas- Notes al peu- Ruido y Las manos. Pero empezaremos fijandonos en un magnifico documental de Anna M. Bofarull.
Notas al Peu de Anna Bofarull es un trabajo documental de las secuelas dejadas por la fractura de las dos Españas declarada sangrientamente en 1936. El hecho de que la directora naciera en los años la transición añade un valor especial al trabajo. A través de sus ojos y los de su cámara se recorren los distintos escenarios de la España del XXI, la que sigue escindida en dos bandos, tomando notas de las manifestaciones de una parte y de otra, dando la voz a los unos y a los otros. Para horror del espectador se sigue como siempre con un problema añadido, son nuevas generaciones, hijos de los hijos de los fascistas de entonces, que con las cabezas rapadas y la doble ese en forma de rayos en la hombrera de sus uniformes odian a muerte las intenciones democráticas y todo partido de ideas distintas. La directora da la voz a los excombatientes y a los militantes actuales de formaciones opuestas. Deliberadamente no quiso hacer un montaje sesgado solo dando más tiempo de exhibición a los unos que a los otros. Con la mirada limpia del estudiante que quiere presentar un trabajo bien hecho y objetivo se encontró con una exhibición de la atrocidad presente. Las ostentaciones de rencor por haber sido los grades perdedores de la democracia actual, todavía en alfileres, gente de Fuerza Nueva, vitoreantes de los Guerrilleros del Cristo Rey y voceros de otros vocabularios obsoletos se distinguen en este trabajo filmográfico como gente muy organizada, sospechosamente organizada, con un comportamiento paramilitar, con unas jefaturas dirigistas evidentes. De otro lado las ostentaciones de rabia de los antiguos republicanos, de los brigadistas, de los supervivientes de los campos de concentración, con los puños frágiles al aire y los cánticos, un tanto triste, de la internacional; también las de las juventudes, arcaizantes y divertidas, sin uniforme alguno ni a la vista ni supuesto, sin ninguna voz de mando, dispuestos a parar las ostentaciones del postfranquismo opuestas a la retirada de la estatua ecuestre del dictador u homenajeándolo en el 20N. Su filmación tiene mucha ideografía conocida pero no por eso menos interesante en esta recapitulación reactualizada. Es una contribución a la memoria histórica: los cuerpos exhumados de inocentes asesinados por los leales al franquismo y por las rencillas locales, las visitas a los campos de concentración como Mauthausen, los griteríos fanáticos de los más fachas con su, aún, cara el sol y sus camisas azules y sus banderas con el águila imperial. Es un discurso que la curiosidad juvenil lleva a una verdad no cerrada, un país internamente enfrentado. Un país que no ha entendido su historia o, mejor dicho, que una parte de sus gentes todavía no ha entendido el significado del franquismo en su infradesarrollo, lo mismo que el alzamiento fascista en Europa, el de la década de los 30 también en Alemania, pero el más reciente de la década de los 90 en los Balcanes, ha supuesto el retardo continental hacia un desarrollo mucho mejor. Imaginémonos el siglo XX sin la segunda guerra mundial y tantos movimientos y sus contrarios que han retardado la reconciliación social. De o haber existido la brutal cota de mortandad y destrucción tendríamos ahora un continente infinitamente más desarrollado. Por lo que hace a España, el españolismo actual sigue tan vivo como siempre. Es el heredero directo de los que se opusieron a la República que en apenas 3 años, sin dejar de ser un estado estructuralmente burgués, organizó grades avances en todos los campos sociales; y es el heredero indirecto de los tiempos del imperio en que se creyeron los amos del mundo masacrando a los indígenas de América o privando de su desarrollo autónomo a otras regiones del mundo. Al oír el discurso rancio del españolismo parece que estemos en tiempos de Pizarro. La exposición objetiva de la directora sin emitir juicios radicales ni a favor ni en contra sí da suficientes elementos para 1. honrar la muerte injusta de los muertos asesinados 2. Poner en evidencia que todavía hay suficiente documentación para incriminar a los responsables directos de los asesinatos tras la victoria del alzamiento el 1 de abril de 1939 y 3. Deja que cada espectador saque sus propias opiniones ante un trabajo que no tiene ninguna intención proselitista. Esta película es para el debate. En la sala en que se puede ver, Los cines Casablanca de Barcelona, otra vez comprometidos, los pocos espectadores que acudieron se resistían a abandonar sus lugares de asiento tras terminarla. El material expuesto nos había consternado, No es que diga nada nuevo con respecto a lo que ya sabemos del país en el que vivimos y que con vergüenza nos toca compartir con mentalidades que no se han adaptado a los nuevos tiempos y que su amor a la patria lo fanatizan hasta tal punto que consideran que la sociedad debe doblegarse a las milicias, que si se les dejara, volverían a ser golpistas.
El documental de Bofarull avergüenza indirectamente al espectador, al espectador viejo, el que naciera en el tiempo franquista y dedicara su juventud en contra del derrocamiento de la dictadura que son innumerables los signos fachas en toda la geografía española, que todavía los nombres de las calles homenajean a antiguos golpistas y falseadores. España es un país en el que todavía mucha gente cree que su época de esplendor fue bajo el franquismo por la cantidad de obras públicas y privadas (como las dirigidas por Banús que la usó hasta el postrero año 1970) que se hicieron olvidado que se valió de la mano de obra barata y explotado de los presos para ello siendo emblemática la inauguración del valle de los Caídos, 20 años después de la derrota republicana, donde por casualidades irónicas del destino y por presión de la iglesia católica se enterraron contendientes de los dos bandos, siendo más hueso republicanos que españolistas los que reposan en su suelo. La directora sugiere que un nuevo monumento u osario tras la exhumación de los muertos anónimos tirados a fosas comunas una reconciliación de los dos bandos será posible. No podemos compartir este optimismo. Además de los actos simbólicos faltan los analíticos y los intelectuales, los del reconocimiento de uno de los peores crímenes del siglo XX perpetrado por militares indeseables que usurparon el puesto de padres de la patria. El debate no es exclusivamente español, es internacionalista. Gita Welch declaraba que para 1/3 del mundo los derechos humanos seguían siendo una promesa vaga, un sueño. Se puede extender esta idea a la misma esencia de la democracia, cuya defensa de los derechos humanos es cuestionable desde el mismo momento e que se autoriza legalmente al sabotaje a los seguidistas de quienes se levantaron en contra de ellos. La memoria es la condición indispensable para el reconocimiento y éste, la asunción de responsabilidades y de culpa por consiguiente es la condición indispensable para la reconciliación. El hecho de no haber privado a la historia española de ese debate en profundidad ha seguido tolerando la mentira y la ofensa con el mismo estatus de participación que la verdad y la victimidad de los humillados. Eso ha llevado a que individuos de una generación nacida en los 90 se esté apuntando al discurso facha victimas de su ignorancia histórica.

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